Actitud y elección: un buen “tándem”
¿Cómo vives tu día? ¿Qué comportamiento tienes ante lo que te ocurre? Los ingredientes son sencillos y, sobre todo, nos benefician: actitud y elección. Son, sin duda, un buen tándem.
Sobre la palabra actitud, la RAE nos da un par de definiciones:
- Postura del cuerpo, especialmente cuando expresa un estado de ánimo. Las actitudes de un orador.
- Disposición de ánimo manifestada de algún modo. Actitud benévola, pacífica, amenazadora de una persona, partido, gobierno…
Ambas me parecen muy ilustrativas. La primera porque, aunque no seamos conscientes, nos dice que nuestro cuerpo habla por nosotros. ¿Imaginas las implicaciones de esa afirmación? Y la segunda, creo que complementa a la primera, hablándonos de disposición, es decir, que no es casual ni pasajera.
Cuando estudié en coaching la pirámide neurológica de Robert Dilts, uno de los fundadores de la Programación Neuro Lingüística (PNL), tomé conciencia de lo importante que era la actitud, ya que según este autor lo que mostramos en nuestro día a día a los demás es nuestro comportamiento y ese comportamiento es el que define nuestra actitud ante la vida.
Hay muchos tipos de actitudes que podríamos enumerar y, probablemente, la mayoría de ellas las utilizamos durante toda nuestra vida, aunque siempre hay una predominante, que es la que desde pequeños nos ha marcado según nuestras vivencias, entorno, educación y mil cosas más, es decir, por los mismos factores que han dado lugar a nuestras creencias.
Por ejemplo, si cuando éramos pequeños tuvimos problemas con algún niño en el colegio y el mensaje de nuestros padres fue “no te fíes de nadie”, y hemos crecido con la repetición de esa premisa, nuestra actitud en la vida sea de desconfianza ante toda persona que se cruce en nuestro camino.
Por el contrario, si el mensaje reiterado hubiera sido: “hay que dar oportunidades a las personas porque no todas son iguales”, seguramente nuestra actitud sería completamente distinta.
Todo ese razonamiento podría considerarse una mala noticia porque parece que es imposible cambiar lo aprendido desde pequeños y que llevamos grabado “a fuego” en nuestro interior, aunque si lees habitualmente este blog sabrás que hay una buena noticia: que todo se puede cambiar, siempre que estemos dispuestos a hacerlo.
¿Fácil? Nada que tengamos arraigado es fácil de modificar, aunque no es imposible si nos lo proponemos. Y ¿cómo llegar a conseguirlo? Eligiendo cada día y a cada momento la actitud que queremos tener. Sí, sí. ELIGIENDO. Porque somos dueños de elegir nuestras actitudes o por el contrario ellas nos eligen a nosotros. Luego el autoconocimiento y la automotivación, dos de las habilidades de la Inteligencia Emocional, serán “herramientas” de gran utilidad.
-El AUTOCONOCIMIENTO para reconocernos y convertirnos en personas más efectivas.
– La AUTOMOTIVACIÓN para dirigir nuestras emociones hacia los objetivos que queramos.
Por tanto, si yo por la mañana me levanto de mal humor porque el vecino tuvo fiesta hasta las tantas y no he dormido lo suficiente ¿voy a estar enfadado con el mundo durante todo el día o voy a ELEGIR encauzar la energía que el enfado me da a sobreponerme? Así no trataré a las personas de mi entorno como si fueran culpables de esa mala noche.
Piensa en las CONSECUENCIAS de una actitud u otra y ELIGE. Así de fácil y complicado a la vez, solo entrenando llegarás a hacerlo de forma ágil y verás los beneficios que te trae ELEGIR TU ACTITUD.
Y termino con una frase de Lao Tse que me encanta y que puede ser inspiradora:
“Cuando te des cuenta de que lo que haces a otro, te lo haces a ti mismo, habrás entendido la gran verdad”.
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|Fotografía principal: Lubo Minar en Unsplash|