¡Ojo! ¡Adolescencia a la vista!

La adolescencia es bien conocida como una etapa de cambios que salpica a todo aquel que entra dentro del submundo de un adolescente. ¿Quién no se echa a temblar al oír adolescencia?

Esta etapa es sinónima de cambios, y no sólo a nivel físico, también a nivel psicológico y social. Los chicos y chicas a partir generalmente de los 11-12 años experimentan esos cambios en los que predomina la negación con la intención de formar una personalidad propia. Los adolescentes han vivido durante sus primeros años bajo las decisiones de los padres y ahora buscan tomar decisiones propias para elegir quiénes quieren ser. Lo hacen negando todo lo que han vivido con el fin de diferenciarse de sus padres y definirse. En ese proceso consideran intocables a sus amigos, con los que intentan compartirlo casi todo, encontrando en ellos un apoyo imprescindible.

En numerosas ocasiones los padres se enfrentan a esta etapa de la adolescencia con miedo e incertidumbre, pero es mucho más productivo afrontarla como una nueva aventura, que una vez pasada, será una historia de unión. Es cierto que no existen unos padres ideales y que cada uno va a hacerlo de la mejor manera posible, por eso lo más importante es estar abierto al cambio y tener en cuenta que siempre se puede hacer mejor.

Algunas claves para mejorar la relación entre padres e hijos
  • Modelado: eres su referente aunque el adolescente no lo acepte

Es importante ofrecer a los adolescentes modelos con los que identificarse. Si queremos que nuestros hijos realicen alguna conducta concreta no se puede ofrecer la antítesis de la misma. Si no quieres que tu hijo esté con el móvil todo el día no lo cojas tú todo el día: eres su referente aunque él ahora te esté negando.

  • Respeto: soltar para acercar

La adolescencia es el proceso por el que dejan de ser niños y comienzan a ser personas independientes que necesitan su espacio y privacidad. Invadir su intimidad convierte a los padres en personas que vulneran e invaden y esto les lleva a alejarse. Es importante que dejes que tengan su espacio y que lo respetes.

  • Disponibilidad: saber estar y punto

Es importante que nos mantengamos cercanos a los adolescentes y que les invitemos a que se apoyen en nosotros si lo necesitan, y estar disponibles para cuando quieran contarnos sus inquietudes o problemas, pero cuidando de no invadir sus espacios. El objetivo es que identifiquen en los adultos una guía, una figura de autoridad, pero no un militar que solo imponga castigos. No les obligues a que te cuenten, sólo muéstrate cercano.

  • Autoridad: que no es lo mismo que poder autoritario

No somos los amigos de nuestros hijos, aunque nuestra relación sea estrecha. Lo ideal durante la adolescencia es ejercer autoridad, que no poder autoritario, basándonos en la escucha, la justicia y la flexibilidad. Un padre y una madre deben poner límites, han de ser quienes guíen y en ocasiones quienes decidan de forma unilateral aun teniendo en cuenta la opinión del adolescente. En ocasiones se confunden los papeles, ya que en esta etapa de cambio la relación parece que empeora y en base a eso perdemos la visión de nuestra misión en la vida de nuestros hijos.

  • Conflictos: necesarios constructores de la relación

La ausencia de conflictos no indica la ausencia de problemas, más bien al contrario, porque los conflictos son elementos necesarios en la convivencia, y la forma de resolverlos es lo más importante. Así se construyen las relaciones. Entre padres e hijos adolescentes los conflictos surgirán la mayoría de las veces por el choque ante los límites impuestos. En estos casos es importante explicar, fundamentar y si es necesario flexibilizar con el fin de encontrar la mejor solución para todos, que implica ceder un poco por todas las partes. De nada vale la norma imperante que en lugar de mejorar la relación aleja a todos los que se encuentren en batalla.

No sería lógico acabar este post sobre adolescencia sin hablar de la pareja que se enfrenta a esos hijos adolescentes. Es importante que se formen e informen sobre esta estapa, que conozcan a sus hijos, los escuchen y alienten. Y que se unan, que encuentren en su relación la fuerza para encontrar las mejores decisiones conjuntas, aunque a veces sean equivocadas. Que busquen juntos el equilibrio y que los hijos vean en ellos una fuerza unida e inquebrantable que lucha por su bienestar y por alcanzar una vida plena tras esta etapa tan dura y bonita a la vez.