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Gestionar el estrés, gestionar nuestro destino
Qué romántica resulta la idea del destino, ¿no? Pensar que somos marionetas movidas a su antojo por una fuerza caprichosa. Pero, ¿qué porcentaje de verdad esconde esa afirmación? ¿Podemos controlar nuestro destino?
Gema es madre soltera. Trabaja a turno partido como camarera. Hoy se le ha hecho un poco tarde en el restaurante y no podrá pagar la luz este mes, pues el banco está cerrado y debe ir a buscar a Luisito al cole. Esta mañana está preocupada porque ha visto una carta de hacienda en el buzón. Para colmo de males se encuentra en mitad de un atasco y las bocinas de los coches de alrededor taladran ensordecedoras su cerebro. No puede más. Empieza a sentir palpitar su corazón a gran velocidad, la temperatura de su cuerpo aumenta hasta que su blusa veraniega comienza a quemarle. Cada vez le cuesta más respirar y la vista se le vuelve algo nublosa. De repente, todas esas sensaciones se ven interrumpidas cuando, por accidente, roza con otro coche.
Entonces, ¿es cierto? ¿No podemos controlar nuestro destino? ¿Qué pasaría si Gema pusiera en marcha sus recursos para afrontar la situación estresante?
No puede más. Decide aprovechar el atasco para respirar hondo. El ruido sigue siendo molesto pero el aire nuevo que llega a sus pulmones le permite concentrarse en el momento. Valora la situación. Si, está en un atasco pero podría llamar a Marta, la mama del mejor amigo de Luisito para preguntarle si se haría cargo del niño mientras ella llega. Con respecto a la carta, ahora no puede hacer nada con lo cual deja pasar ese pensamiento. Continúa respirando y advierte que el atasco se va disipando, luego deja pasar al conductor que le pide paso y al fin llega a su destino.
¿Qué entendemos por estrés?
Existe cierta controversia en torno al concepto de estrés. Algunos afirman que es sinónimo de sobresalto, otro de malestar, sin embargo, la mayoría define el estrés como un generador de tensión para el sujeto. El termino estrés fue introducido por Selye en 1936 como la respuesta general del organismo ante una situación estresante.
Estrés y salud
Frente a un estresor se activan de manera natural una serie de mecanismos fisiológicos (aumento de la presión y ritmo arterial, del azúcar en sangre, etc) y psicológicos (mejora de la percepción, procesamiento más rápido…) con el fin de preparar al organismo para la acción.
Estos mecanismos provocan una respuesta motora que puede ser de huida, evitación o confrontación. El tipo de respuesta dependerá tanto de las demandas de la situación como de los recursos de los que disponga la persona para hacerle frente, como el optimismo, la resiliencia o la templanza.
Hasta aquí podemos decir que el estrés, que es adaptativo (nos prepara para la acción), puede ser negativo o positivo. Sí, has leído bien, el estrés puede ser positivo: el enamoramiento o un ascenso en el trabajo también provoca estrés. Entonces ¿cuándo se convierte en un problema?
El estrés atenta contra nuestra salud si la activación es excesivamente frecuente, intensa o duradera, de ahí la importancia de saber gestionarlo. La sobreactivación de los mecanismos fisiológico y cognitivo está íntimamente ligado a trastornos como episodios depresivos o brotes psicóticos, disfunción sexual, hipertensión, o problemas de sueño entre otros. Y todo eso afecta al normal funcionamiento de la persona a nivel laboral, social y personal.
¿Cómo podemos librarnos del estrés?
Es importante para luchar con el estrés el propio conocimiento: manejar información sobre qué es el estrés así como las situaciones que lo provocan para aprender a identificarlo. Una vez que lo conocemos, cobra especial relevancia la prevención, el estar preparados mediante la identificación y adopción de factores de protección como son el apoyo social y el optimismo. Y ¿qué hacer para controlarlo cuando el estrés se ha instalado en nosotros? Lo que podemos hacer es combatirlo con nuestros propios recursos, a través de técnicas de relajación, respiración, mindfulness, etc.
[bctt tweet=»Si gestionas el #estrés en gran medida gestionas tu #destino. Por @psychommt vía la web de @lola_pelayo» via=»no»]
Así que sí, resulta que somos en gran parte dueños y señores de nuestro destino, responsables de nuestra conducta. A pesar de estar en una situación límite, Gema se tomó su tiempo para alejar los pensamientos improductivos, escuchó lo que su cuerpo le intentaba decir y se relajó para concentrarse en el aquí y ahora y así salir airosa.
En definitiva, el estrés es un fenómeno social para el que debemos estar preparados, puesto que puede presentarse en diversas situaciones a cualquier tipo de persona en momentos determinados de su vida, sin distinción. No podemos evitar que aparezca pero sí combatirlo, entrenando y poniendo en marcha nuestros recursos personales.
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