¿Por qué es la RSC un instrumento útil de gestión?

Diría que la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es una buena herramienta de gestión porque si las empresas no empiezan a tomarse en serio el mundo y las personas para las que trabajan, no tendrán mundo donde trabajar. Pero hoy quiero centrarme en las otras consecuencias positivas, las directas y más rápidas que tiene adoptar una gestión ética y responsable en las empresas.

¿Qué implica la gestión ética y responsable de una empresa?

Para identificar esos beneficios, mejor empezamos por desgranar brevemente en qué consiste una gestión ética y responsable en tres sencillos niveles de compromiso, que son los tres niveles de la Responsabilidad Social Corporativa.

Nivel Cero: “por decreto ley”

Y nunca mejor dicho. Desde que la reforma del Código Penal en 2015 introdujo la Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas, todas las empresas independientemente de su tamaño o actividad están obligadas a implantar un Plan de Prevención de Riesgos Penales, el denominado Modelo de Compliance, para velar por el cumplimiento legal, la prevención del delito y el Buen Gobierno dentro de sus puertas. El riesgo de no hacerlo recae directamente en los primeros directivos.

Esto es el nivel cero de la RSC. No hay discusión. No hay voluntariedad posible. Como decía mi abuela, “son lentejas”. El beneficio directo es para el empresario, que duerme mejor, y para la empresa, que no se expone a sanciones que pongan en peligro su viabilidad. Y no es poco. Que se lo cuenten al CEO de Volskwagen.

Nivel 1: “por puro interés”

A partir del primer paso obligatorio, la empresa puede, además de cumplir con la Ley, creerse que la gestión ética es una estrategia de gestión plausible y rentable. Es el momento de actuar con medidas propias, que no son obligatorias pero están cada vez más valoradas por la sociedad, por las instituciones y por el mercado. Me refiero entre otras acciones a la elaboración de un código de conducta, a la definición de Misión, Visión y Valores, al compromiso creciente con el entorno social y ambiental, a la toma de decisiones coherente con la gestión ética centrada en las personas, y a la comunicación de todo eso, hacia dentro y hacia fuera.

El nivel 1 de la RSC nunca deja de ser por puro interés, y eso no es malo, todo lo contrario. Tampoco es obligatorio, todavía, pero está cada vez mejor considerado y empieza a ser una recomendable obligación en determinados ámbitos institucionales o sectores.

Este nivel hace más competitiva a la empresa y mejora sus relaciones con sus trabajadores, con sus clientes, con las instituciones que le competen, con todos. Son los beneficios directos y, por tanto, también lo son sus consecuencias positivas: mejor clima laboral, mayor productividad de los equipos y mayor retención del talento, mejor capacidad de atracción de inversores y  clientes, mayor resistencia empresarial, mejor acceso a concursos públicos y más beneficios, entre otras.

Nivel 2: “por capacidad de visión”

Pero aún existe un nivel superior para las empresas que de verdad entienden la frase con la que empezaba este post. El nivel 2 es un escalón más en la escalera de la capacidad de visión empresarial, un gesto completamente voluntario que pueden tener sobre todo las organizaciones que han interiorizado el nivel 1.

En el nivel 2 de la RSC la empresa se siente lo que es: un agente social fundamental capaz de transformar el mundo. Por eso pone los resultados ambientales y sociales al nivel de los económicos, porque es consciente de que la sostenibilidad tiene esos tres pilares. Para una empresa en este nivel el bienestar de sus trabajadores es importante, el cambio climático es importante, los Derechos Humanos son importantes, la creación de riqueza y valor social es importante, ganar dinero es importante…

En el nivel 2 las empresas empiezan a hablar de propósito social, de bien común, de pensamiento global y de largo plazo. Y todo eso recoge y amplifica los beneficios directos del nivel 1.

Y en este camino, la certificación de la RSC es un instrumento que puede facilitar la gestión interna de la ética y puede reforzar la credibilidad y visibilidad del compromiso adquirido por la empresa. Por eso, si la empresa no está en un sector que se lo exija explícita o implícitamente, o si su estructura no es excesivamente compleja, quizás no sea lo más apropiado. Depende del nivel en el que esté la empresa. ¿En qué nivel de la RSC está tu empresa?

 

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|Fotografía principal: Ben White on Unsplash|