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Felices para trabajar, felices para vivir
Se acerca el Día Internacional de la Diversión en el Trabajo. Desde que una consultora americana impulsó esta efemérides en 1996, muchas empresas de todo el mundo se unen cada 1 de abril a esta original forma de reivindicar la felicidad como el estado en el que las personas somos más productivas, más creativas, más saludables, más tolerantes, más y más y más personas. ¿El trabajador feliz existe? Claro que sí.
Es una cuestión de neurociencia. Las emociones rigen nuestras conductas. Nuestra actitud es una respuesta biológica al razonamiento que le damos a nuestras emociones. Cuando ese pensamiento con el que interpretamos nuestras emociones básicas se traduce en sentimientos de bienestar, nuestro cuerpo genera preciadas sustancias como la endorfina, la serotonina, la oxitocina, las células endocannabinoides, la dopamina, la adrenalina… ¡Una farmacia somos!
Las necesidades básicas
Los seres humanos tenemos necesidades básicas como la comida, el agua, el sueño o el sexo. Después tenemos las necesidades psicológicas, esas que son igual de básicas y que nos diferencian de otras especies animales. Seguro que las reconoces en ti cuando las nombre: las personas nos sentimos mejor cuando sentimos que aprendemos, que crecemos personalmente; también cuando nos sentimos autónomos, competentes; y por supuesto cuando disfrutamos de relaciones de calidad con nuestro entorno, relaciones profundas, empezando por nosotros mismos.
Las últimas tendencias en gestión de personas y motivación de equipos en las empresas se basan precisamente en esto. Se trata de perder el miedo a hablar en el trabajo de las personas, de sus sentimientos, de sus valores, de aquello que les satisface y les genera ese bienestar que a nivel neuronal nos pone como motos. En tener un trabajador feliz.
Divertirse para doparse de forma natural
Atendiendo a cómo funciona nuestro cerebro límbico, si procuramos hacer lo que nos hace sentir bien éste nos proveerá de sustancias en sangre cuyos efectos no se van a hacer esperar. La oxitocina aumenta la confianza entre las personas, inhibe la timidez, promueve la generosidad y aumenta la tolerancia. La serotonina regula funciones vitales como la temperatura corporal, el sueño o la digestión -con todo lo que esto último ayuda a según qué personas-, y por supuesto la libido sexual y el enamoramiento, pero además favorece el cruce de información entre las neuronas y reduce la agresividad. Las endorfinas funcionan como analgésicos y como vigorizantes, estimulan el positivismo y la autoestima. Y efectos parecidos tienen la dopamina, la adrenalina… Tenemos a nuestro alcance las mejores sustancias para sentirnos bien, además son legales y, lo mejor, muy baratas.
Enfrentar los miedos, ponerse retos, alcanzar metas físicas, logros profesionales, reír, bailar, meditar, abrazar, estrechar manos, aumentar el contacto físico con las demás personas -¡hasta donde te dejen!-.
Todo eso sirve para inundarnos la sangre de motores de felicidad y bienestar. Y el equilibrio en nuestras vidas se traduce en actitudes más que rentables en el trabajo, menos bajas laborales, más creatividad y capacidad resolutiva, mejor clima laboral… ¡Somos un trabajador feliz! Y entonces, ¿por qué no promover lo que funciona? El próximo 1 de abril empieza a ejercitar la diversión como una estrategia.
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|Fotografía principal: Arkady Lifshits|