Protégete y adquiere hábitos que te protejan de la mentira

¿Cuánto dirías que mientes? Sentimos decirte que mentir, mentimos todas las personas, así que “nada” no es una respuesta válida. Algunos estudios dicen que lo hacemos hasta 200 veces al día.  Una vez que tenemos claro que la mentira no se puede evitar -y que la más peligrosa es el autoengaño-. ¿Qué podemos hacer? Pues ser consciente y adquirir hábitos que te protejan de la mentira para ser «Gente Inteligente»

 

Mentimos muchas veces. Según algunos estudios, entre 10 y 200 veces al día. Eso nos da una idea de cómo de integrada tenemos la mentira en nuestra sociedad y en nuestras relaciones, tanto con las demás personas como con nosotros y nosotras mismas. Y esa es la forma de mentira más peligrosa: el autoengaño, que es el que te roba el bienestar emocional. 

Hablemos claro. No puedes evitar mentir y mucho menos que te mientan. Pero sí puedes ser consciente y adquirir hábitos que te protejan. Te adelanto que el mejor antídoto es la sinceridad, y muy concretamente la sinceridad contigo mismo o contigo misma, que esa es la importante. Honestidad se llama. 

Hay mentiras piadosas, mentiras manipuladoras, mentiras pedagógicas, mentiras malintencionadas y mentiras sin intención como los compromisos que terminamos no cumpliendo. Además, hay mentiras por exageración, mentiras por inseguridad también hay mentiras compulsivas o mentiras simplemente por educación o buenos modales. 

En algunas de esas mentiras hay algo de verdad, y en otras nada. En algunas hay mucha intencionalidad, y en otras no tanta. Pero lo que sí hay debajo de todas es la incapacidad para enfrentar la verdad, y ahí radica el verdadero problema.

Aprendemos a mentir porque nos mienten, y porque conseguimos algo. Mentir nos sirve. Muchas veces es una conducta que nos protege o protege a quienes queremos. Así que toleramos muchísimas mentiras en el día a día.   

Mentimos con el tiempo que hacemos ejercicio o con el que tardamos en hacer un trayecto, con lo que nos han costado las cosas chulas que nos compramos. Mentimos cuando nos encontramos por la calle y decimos: ¡esta semana sin falta te llamo! Mentimos muchas veces cuando decimos “estoy bien”. Mentimos cuando le reímos la gracia a alguien que nos cae muy mal, cuando damos los buenos días y estamos de morros…

Nuestra sociedad es cada vez más permisiva y tolerante con la mentira. Y si quieres protegerte, lo primero que te sugiero es que aceptes esa certeza. Te van a mentir, es un hecho. Pero, sobre todo, te propongo que tengas bien entrenado tu detector natural de mentiras para identificar unas muy concretas, las tuyas hacia ti. ¿Tú te mientes?

Prestar atención con flexibilidad a las muchas mentiras que nos dicen y decimos nos ayuda a no caer en el tipo de mentira más peligroso de todos: el autoengaño. Ahí es donde realmente perdemos el equilibrio e incluso el timón de nuestras vidas.

No te construyas realidades alternativas para no enfrentar tu realidad, sé valiente y acepta para transformar lo que no te guste. La aceptación, ya lo sabes, implica acción, no se resigna, y es propia de gente muy inteligente.