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Responsabilidad Social, herramienta de gestión
Si hay algo sensible a la inestabilidad de las políticas de gestión o de la falta de objetivos claros de una organización es, sin duda, su Gente y su Comunicación. En realidad, la totalidad de una estructura organizacional se ve perjudicada por criterios directivos poco estables y objetivos difusos o poco consecuentes. Y de las primeras cosas que caen fulminadas son: el compromiso y la motivación de la plantilla, y la imagen social de la firma. Y eso son palabras mayores para cualquier organización.
¿Y qué tienen en común estas sangrantes pérdidas? Pues si nos paramos a pensarlo, mucho.
– Se construyen muy lentamente sobre valores intangibles.
– Se pierden sin embargo con extrema rapidez, por lo que requieren de cuidados constantes.
– Su efecto negativo es silencioso, a medio plazo, pero mortal de necesidad.
– El esfuerzo por restituirlos es muy superior al de crearlos.
– Se retroalimentan mutuamente, para bien y para mal.
– Y los recursos para gestionarlos dentro de la organización casi siempre van en el capítulo de gastos. ¡Qué equivocación!
Lo peor es que en la teoría todas las organizaciones lo tienen claro. “Lo fundamental son las personas”. “La empresa es su plantilla”. “El valor de una compañía lo atesora su gente”… Eso dicen casi todas. Ahí radica el primer desequilibrio capaz de fundir a un equipo, de destrozar a un grupo cualificado de trabajadores, cuando sufren literalmente en sus carnes lo contrario de lo que la organización dice en la teoría.
Y de puertas afuera lo mismo. Una empresa puede construir la mejor de las imágenes públicas, pero si no está soportada por una gestión coherente que haga realidad esa imagen no pervivirá mucho tiempo, y el estruendo al caer puede llegar a ser bochornoso.
Las gestiones con vista cortoplacista, con significativos cambios de dirección en los objetivos, con dobleces en los mensajes e incongruencias entre lo que se exige y los recursos que se facilitan para conseguirlo, son perniciosas para la organización. En esto supongo que todos estamos de acuerdo. Pero además, en mi opinión, si hablamos del efecto que eso produce en las personas en muchas ocasiones en forma de enfermedades psicosomáticas, o del ataque directo que implica para los valores de la imagen pública e influencia social de la entidad… Eso… Eso debería estar tipificado en el código penal.
La gestión desde valores y con propósito
Hay otra forma de gestionar organizaciones, y es desde los valores compartidos y con un propósito u objetivo claro. La Responsabilidad Social Corporativa llevada al ADN de la empresa genera estructuras organizativas responsables que crecen desde dentro hacia fuera, y que desarrollan interesantísimas capacidades de resistencia y beneficios en todos los ámbitos de la gestión gracias al compromiso que este tipo de organizaciones son capaces de generar en sus plantillas, en sus clientes, en sus proveedores y en sus grupos de interés. En todos.
Uno de los movimientos con mayor sentido en esta corriente de gestión es el promovido por BCorp. Y para ser una BCorp realmente y en lo más básico sólo hay que cambiar un paradigma: hay que dejar de querer ser la mejor empresa del mundo, para trabajar por ser la mejor empresa PARA el mundo. Y fíjense que funciona.
Merece la pena que busques en Google este movimiento, BCorporation, o en Twitter el hashtag #BCorpSpain. Y después me cuentas. ¿Quieres? Puedes.
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