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Responsabilidad Social Corporativa para PYMES
Me enfrento profesionalmente a un reto apasionante en el que me acompañan otros cuantos apasionados: poner la Responsabilidad Social Corporativa como eficaz herramienta de gestión global al alcance de pequeñas y medianas empresas para que ganen rentabilidad.
Y lo hacemos porque creemos que hasta que la Responsabilidad Social Corporativa deje de ser un tema asociado a las grandes organizaciones y, sobre todo, hasta que deje de considerarse algo altruista o relacionado exclusivamente con la imagen de la marca, no conseguiremos empezar a cambiar y mejorar esta sociedad nuestra.
Y claro, el primer escollo que nos encontramos cuando abordamos la implantación de un modelo de RSC en una PYME es definirla.
¿Qué es la Responsabilidad Social Corporativa?
No es fácil explicar de forma simple algo que genera sobre todo beneficios intangibles y que en su corta vida se ha desarrollado asociándose a lo que es sólo en parte (las acciones sociales) y casi siempre para beneficiar la imagen pública o las ventas de una organización. ¿Qué tiene que ver eso conmigo? Dicen los trabajadores. Y ese es el principal problema.
Buscando la simplicidad para definirla, me he dado cuenta de que lo mejor es quedarse en la primera palabra de la sigla. La RSC o Responsabilidad Social Corporativa es la responsabilidad de una organización y punto. Por supuesto es social porque abarca todas las dimensiones de su repercusión sostenible en la sociedad en la que trabaja (también ambiental y económicamente) y corporativa porque es de toda la organización y afecta a todos los ámbitos de gestión de la misma.
Cuando así tampoco queda claro es cuando me gusta hablar de niveles.
[bctt tweet=»La mínima #responsabilidad que se exige a las empresas es que cumplan todas sus obligaciones legales. Eso también es #RSC » via=»no»]
¿Cuál sería el nivel mínimo de responsabilidad de una organización sea cual sea su actividad y sea cual sea su tamaño? Estaremos todos de acuerdo en que la mínima responsabilidad que se le exige a una persona, y con el mismo sentido por tanto a una empresa o institución, es que cumpla con todas sus obligaciones legales. Esto sería el suelo de la RSC. Que cumpla con sus obligaciones tributarias, con todas las leyes laborales, con las leyes sanitarias o medioambientales que le competan, con la ley de transparencia si le afecta, con la obligación de hacer informes anuales de sostenibilidad o de gobernanza si es el caso, o con la reciente ley de prevención del delito que afecta a todas las personas jurídicas. Con todas. No son pocas obligaciones. Que te cuenten los autónomos y PYMES de este país cuántas obligaciones tiene que cumplir un proyecto empresarial además de ser rentable. Y ahí es donde el enfoque de la RSC o Responsabilidad Social Corporativa como herramienta de gestión global gana todo su peso.
Una herramienta que guía la gestión global desde la comunicación en su más amplio sentido
Tomar la RSC como columna vertebral de la gestión de una empresa es cambiar el paradigma de los negocios, haciendo de la cultura del cumplimiento y la integridad una clave de éxito, y promoviendo un crecimiento inductivo de las organizaciones (desde dentro hacia fuera) partiendo del recurso principal de cualquier empresa o institución: las personas. ¿Y eso cómo se hace? Pues básicamente comunicándose.
Comunicándote con tu personal. Comunicándote con tus proveedores, con tus clientes, con la instituciones con las que te relacionas. Comunicándote con la sociedad en la que trabajas y para la que trabajas. Y proponiéndote objetivos de mejora en todas las áreas de gestión de tu empresa de forma colaborativa con todos esos públicos de interés con los que te comunicas. Es un gran cambio de mentalidad en los negocios, es cierto, pero resulta que es el único concepto de empresa que cabrá de aquí a unos años. Estoy segura.
Precisamente ese cambio de mentalidad es el que genera los grandes beneficios tangibles e intangibles de la RSC: rentabilidad económica por sinergias que se descubren al comunicarte de forma transparente con y desde tu personal; ganancias derivadas de pensar de forma colaborativa con tu sector y tus proveedores en una dinámica ganar-ganar en vez de competir constantemente; beneficios directos e indirectos de una buena reputación y una favorable imagen pública; más creatividad, más ideas, más aportaciones, más resistencia.
Además, gestionar desde la Responsabilidad Social con convencimiento y no de forma sesgada y superficial, es tremendamente efectivo, y no te expone a batacazos públicos cuyo coste va a ser seguro mucho mayor que haber invertido en tu responsabilidad con conciencia.
La buena noticia es que la mayoría de las empresas ya cuentan con el nivel suelo de RSC, ya cumplen con todas sus obligaciones con menor o mayor esfuerzo, especialmente las PYMES, y lo digo por el esfuerzo…. Pero lo habitual es que pocas se paren a pensar el valor añadido que este hecho podría ya generarles, especialmente porque además la mayor parte de las PYMES hacen esfuerzos voluntarios a mayores casi sin saberlo que bien podrían valerles para subir de nivel de RSC y ni siquiera se paran a contarlo. ¿Quieres comunicarte con responsabilidad?
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