‘St. Vincent’, una película sobre los héroes de todos los días

Si aún no la habéis visto, no podéis dejar de ver ‘St. Vincent, una película de Bill Murray que narra con deliciosa y descarada ternura la maravillosa historia de uno de esos muchos héroes cotidianos que nos rodean y que puedes encontrar a tu alrededor. Y de eso va este post, de todo lo que nos perdemos si vamos por la vida quedándonos en la superficie de las cosas.

‘St. Vincent’ es una comedia dramática que abre la ventana del cine a unos meses en la vida de una extraña pareja de pantalla. Un niño de doce años que necesita canguro porque su madre se acaba de separar y trabaja muchas horas para salir adelante, y su vecino, un señor mayor descuidado, alcohólico, jugador y algo tramposo que está arruinado y que se presta de forma muy interesada a cuidarle.

A primera vista el vecino, Vincent, es un dechado de virtudes en el sentido más irónico de la expresión que no parece ser una buena influencia para nadie, y mucho menos para un niño. Salvo que te quieras detener en los detalles. Y el pequeño Oliver sabe detenerse. Al principio lo hace con la desgarradora inocencia de la primera adolescencia. Después desde la no menos desgarradora sabiduría vital de quien, a salvo de prejuicios todavía, no se deja llevar por las apariencias.

Un magnífico Bill Murray

En el lenguaje cinematográfico y con una de las mejores actuaciones del profundo Murray en mi nada experta opinión. ‘St. Vincent’ nos traslada un contundente mensaje: los detalles son los que al final construyen el sentido de la vida y la perfección no existe. Ni falta que hace.

La película es todo un homenaje a esos héroes cotidianos que hacen casi sin darse cuenta, y desde luego sin darle importancia, pequeñas heroicidades en forma de detalles silenciosos por los que no piden nada a cambio. Bueno, quizás sí piden algo: un poco de comprensión, tolerancia y algo de apoyo para las muchas imperfecciones que acompañan a sus heroicidades.

Hipnotizada me quedé con la última secuencia de la película en la que el inolvidable cazafantasmas supo traspasar la pantalla con los rasgos más íntimos que definen todo el tiempo a su personaje. No digo más para no hacer spoiler y porque si os invito a crear demasiadas expectativas lo mismo os decepcionáis. Quedaos, como yo, con la convicción de que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas del día a día, seguro.

No podré olvidar al Bill de ‘El Pelotón chiflado’, porque fue la primera película que vi en el cine engañando sobre mi edad para poder entrar. No me canso de ver al Bill de ‘Cazafantasmas’, con su juego de ingenioso y tierno seductor con alma de niño malo. Debo intentar volver a ver ‘Flores rotas’, porque ya me he quedado dormida dos veces –qué le voy a hacer–. Muchas películas de Murray han acompañado etapas importantes de mi vida: ‘Tootsie’, ‘El día de la marmota’, ‘Lost in translation’… Y ahora con ‘St. Vincent’ me he quedado prendada.

Ojalá el mensaje de esta película, ese que te invita a encontrar la belleza de todos los que nos rodean y la felicidad en lo cotidiano, siga inspirando a mucha gente  –gracias Rebeca por recomendármela con tanta pasión–. Por cierto, que la tenéis en HBO. A disfrutar.

 

¡Más cine, por favor!

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