El tiempo, ese bien finito que no aprovechamos

“Pradito, la vida es muy corta…”Es la frase con la que últimamente me he chocado con cierta frecuencia, y no siempre repetida por la misma persona, sino que casualmente me ha llegado por diferentes frentes. El tiempo, ese bien finito que no aprovechamos. A pesar de que en principio no me causaba demasiado impacto, de hecho me lo he tomado a risa muchas veces, después de tantas repeticiones y también, reconozco,  tras un acontecimiento familiar inesperado, he empezado a darle vueltas y se me han disparado ciertas alarmas.

Me he dado cuenta de que llevo una temporada muyyyyyy larga posponiendo un montón de actividades, cosas sencillas que me gusta bastante hacer, que me distraen, me evaden y me “aíslan de los ruidos” (no hablo de silencio, sino de ausencia de ruidos, que no es igual) y no encuentro el momento adecuado para “disfrutarlas”. Es más, cuando repentinamente me vienen a la mente suelo decirme: “Ya lo haré, hay tiempo, quizás la próxima semana o el año que viene”. Pues justo hoy, ese acontecimiento inesperado me ha hecho replantearme mi actitud hacia las cosas que no me permito hacer y las dejo para más tarde.

Y he sido consciente de que al pensar en ellas, mi mente me dice “no tengo tiempo”, cuando realmente han sido las cosas que en ocasiones me han proporcionado auténticos momentos de felicidad, alegría, bienestar… ¡y por eso las echo de menos!  

Pero quiero ir más allá. Sé a ciencia cierta, y eso es lo que ha empezado a preocuparme, que si no hago las cosas cuando realmente las deseo, aunque las haga en otro momento –mañana, la próxima semana o el año que viene– ¡no va a ser igual! Porque las cosas que deseo hoy no serán las mismas que voy a querer hacer mañana, no voy a tener la misma ilusión y la ilusión también se acaba perdiendo o diluyéndose tanto que acabas por no sentirla. Esto me hace pensar en el tiempo que no aprovechamos.

He conocido a personas que olvidaron sus ilusiones porque siempre estuvieron más pendientes de lo que había que hacer, de lo que su entorno pensaba que era lo correcto, de que no podían fallar a pareja, hijos, madres o padres… y al final, cuando han sido conscientes de que el tiempo es “finito”, del tiempo que no aprovechamos, se han arrepentido de muchas de sus renuncias. Hoy he decidido que no quiero cometer ese error y por eso ando algo revuelta. Quizás por eso hoy no me hace ni pizca de gracia la frase con la que empecé este post.

Sé que el día a día nos va poniendo trampas a las que no nos resistimos o, peor aún, nos dejamos arrastrar por la rutina y no somos ni conscientes del bucle en el que estamos metidos. Así que, hoy decido revisar en profundidad mis tiempos y me propongo encontrar huecos para comenzar a introducir al menos un par de horas cada semana para mí, para darme algún pequeño capricho o para hacer esa actividad que he tenido olvidada durante tanto tiempo, porque esos pequeños  placeres de los que nos estamos privando nos refuerzan la autoestima y nos dan la fuerza, la alegría y el impulso para llevar a cabo con más ganas e ilusión lo que “debemos” hacer. ¿Te animas?

 

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|Fotografía principal: Ben White on Unsplash|