Autoconocimiento, pilar del equilibrio personal

Experimentar emociones (creciendo en autoconocimiento) hacia objetivos deseados (generando automotivación) con las conductas adecuadas (logrando autorregulación). Aprendí a hilar estos tres importantes conceptos en un taller de Inteligencia Emocional que hice hace ya algún tiempo. Fueron cuatro intensos días trabajando conmigo misma, con mi SER más auténtico, para definir un guión de vida en el que, algunos años después, sigo dando firmes pasos. Para eso tenemos la Inteligencia Emocional, para enfocarnos.

Me paré hace unos años, cuando apenas empezaba, a pensar en la relación de aquel taller con todo lo que estaba pasando en mi vida en aquellos momentos. Y ahora vuelvo a ser muy consciente de todo lo que he avanzado. Porque cada vez que trabajo para apoyar a otras personas en su crecimiento, más me apoyo a mí misma. Así que quiero volver a recordar las claves de aquel taller que le empezó a dar forma a todo lo que hoy es mi iniciativa personal y profesional.

Seguridad+neutralidad=equilibrio

En aquel taller de nivel tres de Inteligencia Emocional partíamos de un concepto básico: la seguridad y la neutralidad son dos pilares del equilibrio personal, también llamado armonía o paz interior. Ya entonces intuí que se trataba de una codiciada receta porque me pareció que era algo que buscamos mucha gente. Ahora es una de las metas más frecuentes que se plantean las personas que trabajan conmigo su crecimiento personal: mantenerse equilibrado en tal situación, evitar que le afecte tal hecho o tal persona, tener estabilidad emocional en tales circunstancias, son algunos ejemplos.

Y aquí, lo que quiero compartir es el camino que voy recorriendo yo a partir de las claves de ese equilibrio: el autoconocimiento y el desapego.

Seguridad

La seguridad me la va dando sobre todo el autoconocimiento. Cuanto más sé de mí misma y más consciente soy de mis capacidades y mis limitaciones, mejor puedo identificar las aptitudes y actitudes propias que me acercan o me alejan de mis objetivos. Puedo, por tanto, reforzar lo que me acerca y cambiar o debilitar lo que me aleja. Simple, ¿no? Así, escrito, sí. Por lo menos es fácil de contar…

Neutralidad

La neutralidad requiere igualmente un ejercicio de autoconocimiento importante para identificar qué emociones son las que me roban el equilibrio y concluir que en la mayoría de las ocasiones son la ira o el miedo. ¿Habéis visto Inside/out? En mi caso, la ira que enciende los pelos en la película de Pixar lo hace ante mi frustración por no conseguir lo que espero o en el tiempo que lo espero, o porque algo o alguien se salta mis límites. Y el flacucho miedo me bloquea porque recuerdo experiencias previas desagradables o porque no tengo ni idea de lo que me viene y prejuzgo poniéndome a la defensiva. En esos casos me pregunto: ¿le estoy dando suficiente valor a mi objetivo frente a mi propio éxito? ¿qué conductas tengo que me hacen perder la confianza? Y en el 90% todo se resume en preocupaciones, distracciones y dispersiones. Aquí es donde recuerdo la importancia del desapego bien entendido para recuperar la neutralidad.

Desapego, o el arte de sentirse pleno aún estando vacío

Con el adecuado nivel de desapego me permito actuar sin miedo a fracasar, porque nunca fracasa quien actúa. Y si la ira enciende los pelos, confío en mis posibilidades sin juicios, sin elevadas expectativas en el camino y dándole todo el valor a mi objetivo, al para qué de lo que hago, sin comparaciones.

Y cuando a pesar de todo el flacucho miedo me bloquea, me pongo en acción. Porque “cuando las manos hablan la mente calla”. Y como los miedos suelen ser proyecciones de nuestro pasado hacia el futuro, con la mente calladita no puede haber proyecciones.

Y si actuando no consigo acercarme a mi objetivo o al resultado que busco, cambio de método y mantengo la visión en el horizonte de mi meta. Porque “si siempre haces lo mismo siempre obtienes el mismo resultado”.

Y si aun así no me equilibro, respiro profunda y pausadamente. Porque “respirar con tranquilidad es la forma física de generar tranquilidad emocional” gracias a la memoria del cuerpo que recuerda cómo respiro cuando estoy tranquila.

Así que ahí va el resumen de una sana actitud para mantener el equilibrio:

  • evitar las comparaciones y los juicios
  • no generar expectativas demasiado altas ni de nosotros mismos ni de otros
  • y vivir el presente, que como diría un gran profesor que tengo en mi vida “es un regalo, y por eso se llama presente”.

Vistos los beneficios, ¿te animas a avanzar en el camino del autoconocimiento?

Mientras tanto, quédate con este divertido corto que muestra cómo nuestra mente está dividida entre lo racional y lo emocional, y cómo el equilibrio suele ser la mejor respuesta. Al menos eso veo yo, ¿qué ves tú?

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