La comunicación y el estado emocional son, sin lugar a dudas, los pilares para forjar relaciones duraderas y plenas. ¿Cuántas veces hemos pensado que un malentendido con nuestra pareja se podría haber evitado con unas palabras más acertadas o un estado emocional más equilibrado? La realidad es que la comunicación efectiva y la capacidad de regular nuestras emociones son esenciales para nutrir ese vínculo tan especial con tu persona favorita en el mundo. Es hora de darle la importancia que merece y convertirnos en maestros del diálogo efectivo y afectivo.

El amor, ese baile a dos, a tres o más, es una aventura que compartimos. Mi opinión personal es que el amor no tiene límites ni formas fijas, siempre que no dañe a nadie. Pero recuerden, cuanto más grande sea el círculo del amor, más desafíos comunicativos aparecerán. Esto no es por molestar, es una realidad que no podemos ignorar.

Además de ser un viaje compartido, el amor es un proceso dinámico que se transforma con el tiempo. Si esperas que tu relación sea un eterno día de sol, prepárate para algunas tormentas. Las personas cambian, los estilos de amor evolucionan y no siempre al unísono.

Un viaje caleidoscópico por el amor

Francisco Cristino, un amigo y autor del libro ‘Divorcio difícil y maltrato emocional’ (puedes oír la entrevista que le hice en este podcast), describe el amor como un “estado transitorio de locura”. No puedo estar más de acuerdo. Al principio, somos excesivamente tolerantes, incluso llegamos a engañarnos creyendo que nos encantarán cosas que antes nos desagradaban o esperando cambios milagrosos en nuestra pareja. Se un iluso o una ilusa no es tener ilusión, yo sólo digo eso.

Así que nos encontramos con que el amor comienza en una nebulosa de ilusión, se convierte en un compartir continuo y se ve afectado por cambios asincrónicos. ¿Cómo manejamos entonces una comunicación efectiva y afectiva que funcione y enriquezca la pareja?

 Secretos de Inteligencia Emocional para parejas

Expresaos de forma libre y asertiva.

Es vital expresar lo que sientes y deseas de manera equilibrada. Ser capaz de hablar y también escuchar es un arte que fortalece cualquier relación. No esperes a que tu pareja lea tus pensamientos, ni pretendas adivinar los suyos.

Tened amor propio.

Mantén y defiende tu individualidad, que no es ningún acto egoísta. Evita suprimir tus gustos y opiniones, sobre todo al principio, para no caer en patrones de comportamiento pasivos difíciles de romper más adelante.

Fomentad la interdependencia.

No quieras generar, ni consciente ni inconscientemente, la dependencia emocional. Trabaja en una relación donde ambas partes puedan liderar y apoyarse mutuamente, intercambiando mil y una vez sus roles.

Cread recuerdos en común.

Acumula experiencias y proyectos compartidos, muchas experiencias y muchos proyectos. Y si no os salen de forma natural, planifica esos momentos especiales, incluso si eso significa programar citas en tu fría agenda.

Estableced límites claros.

Es crucial establecer y respetar reglas claras en la relación. Así las reacciones no cogerán a nadie de improviso.

Aceptad el eterno cambio.

El amor es un proceso en constante evolución, ya lo sabes. Disfruta cada etapa, desde el frenesí inicial hasta el amor maduro.

Y si finalmente la relación llega a su fin, que no sería nada extraño, abraza ese cierre con el mismo espíritu positivo. Una comunicación efectiva y afectiva es clave en esos momentos, especialmente si hay menores involucrados. Recuerda que, incluso cuando el amor romántico se acaba, el vínculo personal puede y debe perdurar, e incluso mejorar en otra faceta de las relaciones entre dos, o tres o más que se quieren.