Mi Para Qué profesional, personal: propósito

Tener el objetivo claro es uno de los primeros requisitos fundamentales para alcanzar lo que nos proponemos. Cuando sabemos PARA QUÉ hacemos lo que hacemos, se nos aparecen claramente los QUÉ hacer y CÓMO hacerlo, y la ruta se nos vuelve evidente y hasta sencilla.

Ese es uno de los convencimientos más importantes desde el que acompaño a personas y organizaciones en su crecimiento. Así es que cuando decidí abordar mi propio proyecto profesional lo tuve claro. Tenía que decidir antes de nada PARA QUÉ trabajar, y puestos a decidir, mi objetivo profesional debería tener sentido con el PARA QUÉ de mi vida.

No es trabajo de un rato llegar a saber todo esto. Todas las personas se encuentran a lo largo de su existencia momentos en los que la pregunta ¿para qué vivo? les revuelve su mundo interior. Es la valentía de escucharse a sí mismos el tiempo suficiente como para hacerlo un hábito lo que produce resultados apasionantes.

Así viví yo mi formación en Coaching, revolviéndome constantemente durante más de tres años. Fue un trabajo intenso y no siempre agradable que me ha brindado la toma de conciencia de mí misma suficiente como para saber que no dejamos de crecer nunca, que crecemos sobre todo en los demás, que cuando tienes un propósito más allá de ti mismo tus necesidades dejan de limitarte y que la flexibilidad ante el cambio es una de las claves principales. Y ahí sigo: formándome y creciendo.

Escucha… Sinergia… Generosidad… Cambio… Crecimiento…

Soy periodista de vocación, de formación y de profesión. Una adicta a la comunicación en todas las condiciones, canales y lenguajes que le dan cuerpo. Experta en comunicación organizacional. Mi credo es la todopoderosa sinergia humana. Y estoy convencida de que esa sinergia humana puede generar una sociedad más solidaria, más consciente y más tolerante si cada uno cuida y mejora su entorno más inmediato, su ámbito directo de influencia.

«Mi credo es la todopoderosa

sinergia humana»

No descubro nada si escribo aquí que las personas repercutimos en los demás cada segundo, con lo que hacemos y con lo que no hacemos, con lo que decimos y con lo que callamos. Cada uno de nosotros emite con sus conductas constantes ondas, como una gota cayendo en el agua, cuyo alcance, recorrido y magnitud no podemos ni imaginar. Somos testigos a diario de numerosas casualidades cuyo origen está en alguna de esas ondas que emitimos y nos vuelve o en la onda de alguna otra persona. ¿Son entonces casualidades o causalidades?

Yo quiero ser responsable de esa repercusión. Responsable en la acepción con la que personas muy grandes me han enseñado a mirarme y a mirar, esto es, entendiendo la responsabilidad como la habilidad para responder. Y mi respuesta personal es vivir cada día siendo repercusión positiva. ¿Qué pasaría si todos hiciéramos lo mismo?

Y si vivo para ser repercusión positiva, quiero trabajar poniendo al servicio de ese propósito vital todas las herramientas que he ido acumulando en mi experiencia: la RSC (responsabilidad social corporativa), la Inteligencia Emocional, la comunicación en valores, el coaching, mis propias vivencia…

Así es que el PARA QUÉ de mi proyecto profesional es algo tan simple y tan complicado como cambiar el mundo. Colaborar en la construcción de una sociedad más solidaria, más consciente y humana. Trabajar y vivir para cambiar el mundo empezando por mi entorno más cercano, porque creo que la repercusión de nuestras acciones tiene un efecto incesante capaz de provocar tsunamis mucho más allá de donde somos capaces de verlo.

Si lees mi web o visitas alguna vez mis perfiles en las redes sociales, seguramente verás este propósito muchas veces. La verdadera pregunta es, ¿quieres cambiar el mundo conmigo?