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Ponga un pícnico en su vida
No es broma. No se trata de una ciencia exacta ni yo soy una doctora del tema, vaya esto por delante, pero sepan que la morfología de nuestro cuerpo, esa que lucimos cada día cada segundo, revela en un alto porcentaje cómo somos y hace más previsibles nuestras conductas y por tanto también nos facilita la comunicación. Hablamos de morfopsicología, y a mí me caen mejor los pícnicos como Oliver Hardy.
Un poco de historia para entender por qué un poco pícnicos mejor
El estudio de la morfología y su relación con la personalidad de las personas es muy antiguo. Desde el médico griego Hipócrates y su teoría clásica de “los cuatro humores” trescientos años antes de Cristo hasta el psicólogo americano William Herbert Sheldon en los años cincuenta de nuestra era, se han desarrollado muchas teorías sobre cómo somos en función de nuestras características físicas. Yo personalmente he conocido la morfopsicología como parte del estudio del lenguaje no verbal, ese con el que nos comunicamos y nos comunicamos y nos comunicamos y nos comunicamos, y no somos muy conscientes de ello casi nunca, así que mucho no podemos mentir. Eso es lo que más me gusta.
Mi querido Sheldon -querido porque supuso en mi vida una ampliación de visión primero muy divertida, a ratos incómoda y después muy útil- recogió y desarrolló en los años cincuenta las teorías de uno de los primeros en relacionar de forma científica veinte años antes los tipos de temperamento con las estructuras físicas. Fue el médico psiquiatra alemán Ernst Kretschmer quien durante el periodo nazi en Alemania, y con mucha controversia por sus supuestos experimentos con prisioneros judíos, definió tres tipologías observando sobre todo a personas enfermas en psiquiátricos: la leptosomática, la atlética y la pícnica. Quédense con estos nombres.
A partir de esta clasificación, Sheldon se propuso concretar la relación que hay entre el aspecto físico de cualquier individuo y su carácter, y desarrolló un macroestudio con cuatro mil universitarios cuyo resultado fue la definición de tres tendencias de comportamiento que asoció a tres tipologías físicas, basadas en esta ocasión en el desarrollo embrionario pero prácticamente equivalentes a los tipos de Kretschmer: ectomórfico para el leptosomático, mesomórfico para el atlético y endomórfico para el pícnico.
Todos matriculados
Una de las grandes aportaciones de Sheldon a las teorías de Kretschner es admitir la mezcla de estas tipologías físicas en la misma persona, esto es, podemos ser un poco de cada tipo y desde luego más de uno que de otro. Así establece una especie de matrícula para cada persona, que no es otra cosa que una calificación de tres dígitos resultado de puntuar del 1 al 7 cuánto tiene de endomórfico o pícnico, cuánto de mesomórfico o atlético y cuánto de ectomórfico o leptosomático.
Así que correlacionando los tipos de comportamiento definidos para cada tipología física pura, tendríamos un probable mapa de cómo se van a comportar las personas en función de cómo son físicamente.
Mesomórfico puro
El atlético o mesomórfico puro, un 070, respondería al patrón somatotónico: le gusta la actividad física, el riesgo, la acción, el movimiento, también la acumulación de relaciones personales y bienes materiales, y ser reconocido le pone. Se caracterizan según Sheldon por el predominio de la actividad muscular y el vigor, por su afán de dominio y deseo de poder, también por la indiferencia ante el dolor, la insensibilidad psicológica y la agresividad competitiva.
Ectomórfico puro
El leptosomático o ectomórfico puro, un 007, sin ser agente secreto respondería al patrón cerebrotónico: le gusta la actividad mental, la discreción, el secreto y tener controladas las situaciones, no es amante de los espacios abiertos ni las aglomeraciones y tiende a la introversión y el idealismo. Se caracterizan según Sheldon por la huida de la sociabilidad, cierta represión de la expresión corporal y rigidez postural, también por el control emocional y por ocultar los sentimientos.
Endomórfico puro
Y el pícnico o endomórfico puro, un 700, respondería al patrón viscerotónico: le gustan los placeres básicos de la vida como el buen comer, el buen beber y el buen sexo, y es tolerante, extrovertido, cortés, positivo, con buena autoestima y alta necesidad de las relaciones sociales. Según Sheldon se caracterizan por la inclinación a la comodidad, la glotonería de alimentos, de gente y de afecto, y por la amabilidad indiscriminada.
Después de leer esto, díganme, ¿quieren o no quieren poner un pícnico como Oliver Hardy en sus vidas?
¿Cuál es su matrícula? Aquí pueden encontrar, entre otros sitios, información bastante clara sobre esto.
[bctt tweet=»Comunicamos con palabras, con gestos, con silencios, con el físico… Es #imposible-no-comunicar»]
Claro que tipologías puras hay pocas, y que para interpretar la morfopsicología del cuerpo hay que añadirle la del cráneo, que puede ser en expansión o en repliegue; la del rostro, ya sea en proyección o contención; el lenguaje no verbal de los macrogestos, de los microgestos…
De la combinación de todos se pueden extraer interpretaciones la mar de útiles para relacionarnos, para comunicarnos y entender a las personas. ¿Que qué significa tener el cráneo en expansión o en repliegue o cómo suele ser una persona con el rostro en proyección? Esto para otro día.
¿Es o no es imposible no comunicar?
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