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Dos preguntas poderosas en gestión de personas
Hay dos preguntas muy poderosas que hacer o hacernos cuando se trata de gestión de personas. Debemos considerarlas siempre, y muy especialmente cuando gestionamos o lideramos equipos. Eso no quiere decir que no funcionen en un contexto personal, por ejemplo con los hijos. ¡Qué buen entorno para aplicar estas preguntas! Y ahora, querido lector o lectora, estarás pensando: ¡suelta ya las dos preguntas! Pues eso, ahí van.
La primera pregunta cuando vamos a encomendar a alguien una tarea o a pedir de esa persona una determinada conducta es: ¿quiere?
Fácil, ¿no? Nos preguntamos, o le preguntamos directamente a la persona si viene al caso, ¿quiere hacerlo o quiere serlo? Es muy importante la disposición de las personas ante lo que les proponemos, porque nos va a dar claves muy importante sobre cómo proponérselo para conseguir que sí quiera hacerlo o serlo. ¿Acaso no es eso la definición del liderazgo?
Una vez recogido el primer dato sobre si tiene o no una disposición positiva, esto es, si quiere o no quiere, nos hacemos la segunda pregunta poderosa: ¿sabe?
Obvio, diréis. Y lo es. Lo que pasa es que no nos paramos muchas veces a considerarlo, la verdad es esa, y solemos además medir a las personas por nuestro propio rasero. Son esas frases lapidarias que nos vienen rápido a la mente: si es muy fácil… yo puedo hacerlo y todo el mundo puede… cualquiera sabe hacer esto… todo el mundo lo quiere… es de lógica… tendría que haber caído…
Claro, claro. Pero eso lo decimos desde nuestro mapa, que dirían los seguidores de Alfred Korzybski y de la Programación neurolingüística. Pero “el mapa no es el territorio” y lo que para unos es evidente, para otros es un jeroglífico de quinto de egipcio. Y está bien que sea así. Lo importante es no dar nada por hecho.
Dos claves fundamentales para liderar personas
Así que ya tenemos dos claves fundamentales para identificar a las personas y sus necesidades según dos preguntas muy simples y obvias: ¿Quiere? ¿Sabe? Y como consecuencia tendremos a rasgos generales cuatro tipos de personas: los que no quieren y no saben; los que quieren pero no saben; los que saben y no quieren; y los que quieren y saben.
Más obviedades, sí. Pero esto que parece tan simple, realmente es una guía muy eficaz para saber cómo gestionar a las personas y qué darles en cada momento para conseguir el objetivo que les proponemos. Lo que viene siendo el liderazgo situacional que tan bien fundamentó Ken Blanchard y que puedes ampliar en este completo enlace.
Si la persona no sabe y no quiere lo ideal será ofrecer alternativas, quizás cierta formación para reducir la inseguridad que es lo que en realidad siente, y exigir con sincera autoridad, jefeando un poco, dando opciones reales y comprometiéndonos en ese camino. El líder debe ser directivo.
Si la persona quiere pero no sabe, lo más lógico es ofrecer formación preguntando qué necesita, mostrando confianza en la actitud que nos está evidenciando y otra vez implicarnos en la respuesta que le damos. El líder debe ser un instructor.
Si el caso es de una persona que sabe pero no quiere… Uf. Ahí está la mayor parte de la población activa de este país, por distintos motivos, y otra vez exige compromiso firme del líder: con dedicación real para despejar miedos o inseguridades, reconociendo lo bueno y lo malo de su gestión, y haciendo un esfuerzo añadido para ofrecer un proyecto que la persona identifique como un reto motivador, porque lo que suele pasar es que está quemada o tiene las prioridades poco claras. El líder debe motivar.
Con las personas que sí saben y sí quieren lo mejor es relacionarse desde el agradecimiento, el reconocimiento sincero y equilibrado, sin olvidar la tarea fundamental de ir aumentando el nivel de reto paulatinamente para mantener la motivación arriba. El líder debe liderar y facilitar el camino.
[bctt tweet=»Si sentimos que importamos y que aportamos, nadie tendrá que preguntarnos si queremos #liderazgo #management #personas» username=»lola_pelayo»]
Esto que hemos recorrido juntos es un fundamento del liderazgo, indivisible en mi opinión de la motivación. Y en este sentido es interesante que no olvidemos que en cuestiones de motivación somos igual de simples, que no fáciles, y otra vez todo se fundamenta en la respuesta que damos de nosotros mismos a dos preguntas: ¿Sentimos que importamos? ¿Sentimos que aportamos? Porque cuando sentimos que importamos y que aportamos, nadie tendrá que preguntarnos si queremos. ¿Escuchas a tu gente?
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