Propósitos de año nuevo emocionalmente inteligentes

Este año he escrito más de cien artículos. Ha sido un año intenso. Este que lees es el séptimo que hago en diciembre, y el tercero que voy a dedicar a los propósitos de año nuevo. En el primero me centré en la necesidad de soñar para crear nuevas realidades en el año que estrenamos. En el segundo, publicado en el periódico Huelva Información, hablo de la importancia de cumplir el compromiso con nosotros mismos si queremos tener la energía suficiente para alcanzar nuestros objetivos. Y en este post, en el que me siento aún más libre si cabe porque es para casa, quiero reflexionar sobre cómo son los propósitos emocionalmente inteligentes y además quiero compartir los míos.

Propósitos inteligentes

Los propósitos deberían ser caricias que queremos darnos. Y para eso, la mayoría debería tener forma de hábito saludable que nos beneficie. ¿Has pensado ya los tuyos? Por acción o por omisión, el principal beneficiario de tus propósitos debes ser tú. Y estaría genial que los escribieras, para verlos sin el filtro del pensamiento, y que lo hicieras en positivo, sin negaciones y sin verbos como dejar, perder o evitar.

Así que, por ejemplo, mejor que “dejar de fumar” sería “vivir sin humo”, o mejor que comprometerte a  “evitar personas tóxicas” sería “propiciar relaciones que me aporten”, o mejor que “perder cinco kilos” sería escribir “correr cinco kilómetros”.

También mejora mucho los propósitos que sean pocos. Lo ideal es que sean uno o dos…venga tres para los ansiosos. Ten en cuenta que depende de lo seguros que estemos de que vamos a cumplirlos. Pon el máximo cuidado en medir tu propia motivación y tu voluntad para garantizar que vas a llevarlos a cabo. No hace falta empezar ahora con todo. No te trates mal ya desde el principio,  y póntelo fácil.

Y lo que más fácil te lo pone siempre es ser muy claro contigo mismo y ser muy concreto a la hora de poner acciones a esos propósitos que has escrito. ¿Cómo ser concreto? Pues si vas a vivir sin humo, ¿qué vas a hacer cada vez que te den ganas de coger el cigarrillo? ¿beber agua? ¿dónde llevarás el agua? ¿Qué necesitas para tener agua a mano?

Y si vas a propiciar relaciones que te aporten, ¿dónde vas a encontrarlas? ¿en qué tipo de actividades quieres coincidir con esas personas? ¿dónde tienes que apuntarte?

Y si vas a correr cinco kilómetros, ¿qué necesitas? ¿zapatillas, sudaderas? ¿por dónde vas a correr? ¿cuál será tu plan de entrenamiento?

Hazle a tus propósitos todas las preguntas que se te ocurran para llegar a concretar el detalle que te va a garantizar incorporarlo a tus hábitos. Y una vez que tengas el plan de acción… ¿Cuándo vas a hacer cada acción?

Porque un sueño al que le pones fecha se convierte en una meta, y un sueño al que no le pones fecha se convierte en fantasía. ¿Quieres vivir en la fantasía?

Mis propósitos de año nuevo

Este año ha sido para mí muy intenso. Es la palabra que mejor define a 2017. También ha sido divertido, retador, complicado, terrible, vertiginoso, apasionante, emocional, sorprendente, romántico, inoportuno, frustrante, maravilloso… La verdad es que este año quedará en mi memoria bien marcado. Tengo la sensación de haber superado una etapa crucial del cambio al que me entregué hace dos años. Y desde esa sensación, desde esta pequeña reflexión sobre mis últimos meses y con la exclusiva intención de apoyarme, cuidarme y quererme, es desde donde tomo mis compromisos de año nuevo.

Y quiero compartirlos públicamente en este transparente mundo internauta, y sobre todo ponerlos en conocimiento de la gente que me conoce y me quiere, porque así elevo mi propio compromiso al máximo nivel. Son propósitos que se retroalimentan, tres y uno como la teoría de los cerebros de MacLean, qué casualidad.

Tres propósitos en uno

Siguiendo a MacLean, el primer propósito lo ubico en el cerebro reptiliano, el más antiguo, donde están nuestros miedos. Ahí quiero parar un poco mis suposiciones, mis temores, mis comparaciones, mis pensamientos, y quiero vivir más tiempo en el momento presente para liberar mis neuronas de la tensión y la velocidad a la que se han acostumbrado. Se acabó la olla express. Así que el primer propósito desde ya, a consolidar en 2018, es dedicar un rato cada día a practicar la atención consciente, meditar o simplemente dejar de luchar. ¿Cuándo? Antes de ir a dormir cada día y durante mis carreras por la playa.

En el cerebro mamífero, el más emocional, ubico mi segundo propósito, que además se retroalimenta del primero. Porque cuanto más despejados de suposiciones y comparaciones estén mis pensamientos, más libre seré para escribir y desahogar mis sentimientos. Así que voy a escribir una historia, un relato corto, poco a poco, en el que proyectar mis recuerdos y mis deseos. ¿Cuándo? En ratos de los fines de semana. Sin prisa. Sin pausa.

Y en el cerebro más moderno, está mi tercer propósito: mejorar mi inglés. Ha sido una reciente fuente de frustración que no quiero que se repita nunca más. ¿Y cómo lo retroalimento con los demás propósitos? ¿Escribir en inglés la historia? Why not!

Te comprometas con los propósitos que te comprometas, por favor, ten en cuenta lo más importante: lo primero es cuidarte tú, para poder cuidar a los demás.

¡Feliz Año Nuevo a todos!

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|Fotografía principal: Pixabay.com on Pexels|