Nueva adicción: sumar likes en redes sociales

Hace un par de años me sorprendió mucho saber que la nueva adicción de los más jóvenes (y parece ser que, en la actualidad, de los menos jóvenes también) es sumar likes en redes sociales. De ellos dependen, principalmente, los llamados influencers para mantener su equilibrio mental en buen estado, cayendo a veces en depresión si no llegan a conseguir los likes que ellos mismos consideran “suficientes”. 

No sé si que no le guste a la gente lo que publicas es una razón de peso para deprimirse, quizás piensen que es la única manera que tienen de ganarse la vida y se sienten en peligro. Lo alarmante es que puede ocurrir lo mismo que a un influencer a cualquier usuario de Facebook, Instagram o Youtube, redes en las que ¡niños!, jóvenes y no tan jóvenes exponen sus “felices” vidas y ocurrencias de forma voluntaria para sumar likes en redes sociales como alimento de su autoestima y pilar de su reconocimiento.

Entiendo la adicción que puede generar, sobre todo en los más jóvenes, que miles de personas apoyen y valoren sus opiniones, sus gustos, sus chistes o sus creencias, ya sean reales o ficticias (porque tengo muchas dudas sobre esa felicidad permanente e infinita de los “expositores”), y a la vez que éstos necesiten más y más para mantener esa imagen. Así funcionan las adicciones, te hacen sentir placer por cualquier cosa que digas, aunque no sea verdad, y minimizan el malestar de saber que es incierto. Por eso te inducen a repetir una y otra vez, en este caso, actitudes, opiniones o lo que sea para volver a provocar a las personas para que hagan clic sobre el ansiado “me gusta”, metiéndose así en una rueda bastante dañina, haciendo todo lo posible por sumar likes en redes sociales.

Puedo entender la satisfacción de cualquier persona cuando comprueba que “gusta” a los demás, lo que me sorprende y me asusta, es que dependa de ello para mantener su equilibrio psicológico y personal y su confianza en sí mismo.

Cómo hemos cambiado: todo para sumar likes en redes sociales

Las redes sociales han modificado la manera de relacionarnos las personas, con sus pros y sus contras. Es genial tener amistades al otro lado del mundo, cosa que hace no muchos años era menos frecuente, pero también en otros casos nos han alejado de las relaciones personales directas, del cara a cara. Lo que menos me agrada es que ahora lo que importe sea el número de seguidores o de  likes de cada cosa que se publique, ya sea foto, opinión o ¡lo que sea! todo vale si se convierte en likes .

De lo que creo que mucha gente no es consciente aún es de las consecuencias que esto puede llegar a tener. Quizás todavía no hemos asumido que la repercusión de cualquier cosa que colguemos, digamos u opinemos en una red social es infinita e imborrable ya que el espectador potencial es el mundo entero.

Sé que las redes sociales tienen muchos aspectos positivos y que han llegado para quedarse, eso está muy claro, aunque también es un hecho que nadie nos ha educado para gestionarlas de forma “correcta” y tal y como van evolucionando deberíamos plantearnos, sobre todo en el caso de los más jóvenes, qué uso están haciendo de ellas. ¿Conocen los padres, por ejemplo, qué páginas están visitando sus hijos? ¿qué perfiles están siguiendo y reforzando con sus likes? e incluso ¿qué cosas están publicando y quienes los siguen a ellos? Recomiendo que más pronto que tarde se lo planteen y se interesen por ello y aunque se lleven alguna sorpresa, seguro que dialogando se pueden resolver muchas cosas, porque retirarles móviles, tabletas u ordenadores ya no es una opción.

 

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|Fotografía principal: Prateek Katyal en Unsplash|

|Fotografía secundaria: George Pagan III en Unsplash|