Todo el mundo tiene un mal día: gestión de las expectativas  

Hablemos hoy de las expectativas. Hablemos hoy de cómo nos afecta esperar de los demás algo que puede que ni sepan hacer. Este concepto es uno de los que más trabajo con las personas que solicitan mi apoyo. Gestionar adecuadamente las expectativas es de esas cosas que parecen fáciles y no lo son. Son surcos neuronales en los que estamos tan acostumbrados a hacer siempre lo mismo, que nos resulta muy difícil no esperar cosas de los demás (conductas, actitudes o palabras) y mucho menos de nosotros mismos.

Y las expectativas están íntimamente relacionadas con los juicios. Resulta que nos pasamos el día haciendo juicios. Son involuntarios, inevitables. De esto ya hemos hablado. No podemos dejar de hacerlos, los necesitamos para vivir, para relacionarnos, para comunicarnos. Lo importante no es evitarlos, es tomar conciencia de que los hacemos.

Por ejemplo, piensa un momento: este invierno está siendo poco frío, ¿es un juicio o es información pura? Y si digo: soy una mujer bajita (me encanta cómo los diminutivos restan agresividad a las palabras), ¿es un juicio o es información? Uno más: hablo rápido. ¿Qué es? ¿Juicio o información?

[bctt tweet=»No te frustras tú, sino tus expectativas. #inteligenciaemocional #aceptar y #avanzar»]

Puede que en las tres ocasiones hayas pensado que son informaciones, que además te ayudan a conocerme. O puede que hayas pensado que sobre todo el último es un juicio, sobre mí misma. Y la verdad es que las tres aseveraciones propuestas son tres juicios como la copa de un pino.

Necesitamos hacer juicios para comunicarnos, porque nos ayudan a expresarnos. Para informar deberíamos decir algo parecido a esto: la media de temperaturas de este invierno es de equis grados; mido 1,60 (sí, sin tacones claro); y hablo a razón de equis palabras por minuto. Las conclusiones de esas frases informativas -si es frío o calor, si soy alta o baja, o si hablo muy rápido- son subjetivas y depende mucho del contexto en el que las diga. ¿Te imaginas medir 1,60 en la tierra de los Pigmeos del África occidental?

Pues esto que hacemos con las informaciones más triviales, alcanzan el grado de arte cuando hablamos de otros conceptos más complejos. Ni te imaginas en el ámbito de las relaciones interpersonales.

Emitir juicios y crearnos expectativas son actitudes muy comunes, conductas diarias, y en gran medida la fuente de nuestras frustraciones.

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Ya lo dice el refranero popular: para que nadie te defraude, no esperes nada de nadie, o algo así. Y es que no te frustras tú, se frustran tus expectativas.

Esto de ser consciente de que no somos nosotros los que nos frustramos sino que se frustran nuestras expectativas da un cierto sosiego a los pensamientos negativos, y también te libera del sentimiento de culpabilidad cuando son los demás los que esperaban de ti algo en lo que tú ni habías caído. Es imposible acertar con todo el mundo, y aún más imposible con todos a la vez.

¿Cuál es el proceso pues que se da en las decepciones? Hay un elemento, pongamos A, que espera que otro elemento, llamémosle B, haga o diga algo. Pero no lo hace. Y A se decepciona, y culpa a B, que tenía que haber dicho o hecho lo que A esperaba. Total que A le retira la palabra a B, y además habla de lo mal que lo ha hecho con C, otro elemento más del sistema. Ya no te cuento si esa tarde tenía previsto A cenar con D, E y F y la “no palabra” o “no acción” de B se convierte en el tema de la sobremesa. Mientras tanto B está ajeno, porque la mitad de las veces B ni se entera de lo que A esperaba. Hay que explicárselo. Ahí están C, D, E, F y un abecedario entero para contarles la versión, sus respectivas versiones, llenas de juicios.

Y la verdadera raíz de la situación es que A esperaba algo que B no le dio. B no cayó en ese momento o no era capaz de darle a A lo que esperaba. Quizás hasta lo presuponía, pero no pudo o no supo hacerlo. Todo el mundo tiene un mal día. ¿Somos capaces de aceptar las limitaciones de los demás? ¿Y las nuestras? ¿Nos fustigamos y avanzamos, o sólo nos fustigamos? Mejor avancemos usando todo lo que aprendemos por el camino.

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