Equilibrio emocional a través de la gestión del tiempo

Podemos conseguir el equilibrio emocional también a través de la gestión del tiempo, nuestro tiempo. Porque esa ansiada sensación de equilibrio depende mucho de si hacemos o no una gestión efectiva de ese tiempo. Y lamentablemente, son muchas las veces en las que ni siquiera tenemos conciencia real de en qué empleamos el tiempo o de cuáles son las razones por las que lo perdemos. 

¿Vives en la urgencia? ¿Eres como en conejo blanco de Alicia en el País de las maravillas? Llego tarde, llego tarde… 

Y no estoy hablando de nivel de ocupación. Es diferente estar muy ocupado u ocupada de vivir en la urgencia. Y sí, es verdad que lo uno puede llevar a lo otro, pero tengamos en cuenta que lo más importante no es tener mucho tiempo “libre”, sino ocupar nuestro tiempo en aquello que nos da energía nutritiva y nos hace sentir bien. Y eso ocurre más fácil cuando tenemos claro el para qué hacemos lo que hacemos y eso nos gusta, aunque el nivel de ocupación sea alto. 

Tenemos un buen sistema de control incorporado para darnos cuenta de cuándo no estamos haciendo una buena dedicación de nuestro tiempo: nuestro cuerpo. ¿Escuchas las señales que te manda? Lo suele hacer cuando no ves sentido a las tareas de tu día a día o cuando ni siquiera sabes por qué o para qué las haces. 

Un método para planificar

Y si el nivel de conciencia o la capacidad de identificar y valorar nuestras metas claras es una clave a tener en cuenta, la otra clave importante para gestionar bien el tiempo es saber planificar, y hacerlo priorizando adecuadamente. 

Para eso es necesario diferenciar la importancia de la urgencia, que no es tan fácil, porque eso es lo que mejor nos permite priorizar bien las cosas. 

Es algo por lo que el trigésimo cuarto presidente del país americano, Dwight David Eisenhower, hizo muy bien. 

Método Eisenhower

El general en jefe de las tropas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, que organizó complejas operaciones militares como el Desembarco de Normandía, hacía una rápida reflexión mental con la grandísima cantidad de decisiones que debía abordar. Las clasificaba según estos dos parámetros: urgencia e importancia.

Sobre un cuadrante, ubicaba las tareas en función de si eran más o menos importantes y más o menos urgentes para conseguir el objetivo. Así las clasificaba en 4 tipos. Las tareas papelera, que valoraba si hacer desaparecer, era las poco o nada importantes y poco o nada urgentes. Las que buscaba cómo delegar o pedir ayuda eran aquellas urgentes que no eran importantes. Las tareas importantes y poco o nada urgentes, las agendad y se comprometía con su cumplimiento. Y por fin, las tareas urgentes e importantes, las hacía sin demora, poniendo especial celo en una certeza que tenía: sólo se puede hacer con calidad una tarea a la vez. 

Aplícalo a tu vida

La gestión del tiempo es una cuestión de tomar decisiones. Y te puede dar muy buenos resultados y, de paso, equilibrio y bienestar emocional.

Te propongo que apliques el método de Eisenhower a tu vida de esta forma.

Haz una lista con todas tus tareas. Te va a salir larga o corta, de tareas minuciosas o de tareas generales en función de cómo eres, de a qué te dedicas o de cómo estás en este momento en tu vida. Pero da igual. Haz esa lista.

Y a cada tarea, de forma individual, asígnale un número: 1, 2 o 3, en función de si es muy importante, más o menos importante o poco importante. Después una letra, A, B o C, en función ahora de si es muy urgente, más o menos urgente o poco urgente. Ahora ordénalas por letra y número. Ya tienes una priorización muy válida para guiar tus tareas y sobre todo orientar tus energías y tu esfuerzo.

Pero hazlo con mucha conciencia. La urgencia a menudo se enmascara de importancia. Si tienes dudas, pregúntate: ¿qué pasaría si no lo hago yo?, ¿cuánto tiempo se recordará que no lo hice? ¿Es tan importante? Y ¿qué pasaría si no lo hago ahora? ¿nada? Quizás no sea tan urgente.