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No ignores estas 8 señales con las que tu cuerpo te dice que pares
Mente y cuerpo hacen un tándem indivisible, esto ya es incuestionable. Pero además, con tu parte espiritual, que la tienes, conforman todo tu ser. Esas tres realidades de ti se retroalimentan, se influyen mutuamente, y se protegen entre sí. Deberíamos ser mucho más hábiles de lo que somos trabajando el equilibrio entre esas tres dimensiones nuestras para evitar descompensaciones que obliguen a una de ellas, en modo supervivencia, a tomar el control.
Eso me pasó a mí hace poquito. Fue relajarme para tomarme unas pequeñas vacaciones y mi cuerpo dijo: ‘hasta aquí, ahora es el momento de que me hagas caso’. Y vaya si se lo hice. No tuve más remedio que parar, atenderme y descansar.
Ya he compartido esta reflexión contigo, pero me repito: me dedico a esto de la inteligencia emocional y la tengo muy presente cada día, y aún así he llegado a desoírme reiteradamente. Así que, no sólo es saberlo, ni siquiera tenerlo presente, y mucho menos decirlo, esto de cuidarse hay que hacerlo. Y punto.
Y es que en tu cuerpo quedan todas las huellas, las físicas y las vivenciales. Es tu personal biblioteca emocional. Cada experiencia vivida y cada pensamiento que tienes, provoca en ti una reacción física más o menos intensa y más o menos recurrente que puede llegar a generar un cambio orgánico, un cambio postural o incluso una enfermedad…
De ahí salen arrugas, encorvamientos, posturas poco saludables, y también todas esas pequeñas molestias en forma de dolores leves pero recurrentes a los que solemos hacer el caso justo. Esa es la equivocación, no atender esas señales con las que nuestro cuerpo nos lanza sus particulares mensajes de alerta.
Así que, para facilitar muchísimo que estemos más pendientes, te dejo también en mi blog estas ocho señales que te recomiendo no dejar pasar como algo normal si empiezas a verlas demasiado a menudo en tu día a día.
- Te levantas ya con cansancio desde por la mañana y sin ganas de casi nada
- Bostezas mucho o te pillas en posturas que no son saludables como encorvar la espalda, fruncir el ceño, apretar los labios o los puños cerrados, o tensar demasiado tiempo la mandíbula.
- Notas que hay dolores leves de cabeza o lumbares que son demasiado habituales, o te surgen tortícolis o problemas intestinales.
- Miras los días recientes y te das cuenta de que has estado más tiempo de la cuenta con mal humor
- Parece que tu sistema inmunológico se ha declarado en huelga, y no hay virus o bacteria que no tú no pilles.
- Te rindes más veces a la procrastinación y notas que te falta la energía.
- Necesitas más esfuerzo para concentrarte y a menudo se te olvidan las cosas.
- En cuestión de emociones, eres una montaña rusa, y tus reacciones son extremas.
No esperes a que tu cuerpo tome el mando y se pare de golpe. Y cuídate.