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En verano, practica el aquí y ahora
No te voy a proponer que medites, bueno sí, un poco; y tampoco que te pongas en plan budista, bueno sí, un poco; mucho menos que dejes de hacerte selfies y de compartir todos los momentos que experimentas este verano, bueno sí, un poco; lo que te voy a sugerir a continuación, sobre todo, es que aproveches las mañanas de sol, las tardes eternas y los mil y un planes que caracterizan a la estación veraniega, para cultivar algo muy valioso: en verano, practica el aquí y el ahora.
No es tan fácil estar en presente. Nuestra mente nos tiende trampas constantemente. Así que, nos resulta complicado, porque lo practicamos poco, eso de estar plenamente en la experiencia que vivimos.
A veces son las preocupaciones por lo que hemos hecho o lo que tenemos que hacer. Otras veces son recuerdos inoportunos o anhelos fuera de lugar. Y demasiadas veces es la ansiedad por compartir en las redes, y recibir reconocimiento, sobre eso que nos está pasando.
Sea por lo que sea, nos vamos al pasado o al futuro con mucha facilidad, y eso nos impide disfrutar el valioso regalo que nos da atender con todos nuestros sentidos el aquí y el ahora, que por eso se llama presente.
Así que, prueba este verano a convertir en hábito la habilidad de centrarte completamente en tu presente. La buena noticia es que con unos minutos será suficiente.
Para lograrlo, cada día aprovecha un momento, el que tú quieras, y frena todos tus pensamientos para centrarte sólo en la experiencia que vives. Decide una concreta. Eso se llama practicar la atención consciente con pequeñas pausas de mindfulness informal.
Recuerda que no se trata de no pensar. Eso es imposible. Se trata de parar ese vaivén de pasado a futuro en el que solemos vivir, y atender sólo el momento presente. Y como es una práctica informal, no hace falta que busques un sitio en soledad; no hace falta que adoptes una postura concreta, ni ninguna música apropiada. Sólo necesitas centrar tu atención en algo concreto aceptando todo lo demás y buscando que no te interrumpa. Al menos, durante unos minutos.
Puede ser mirando cómo rompen las olas en la orilla, o cómo vuelan los pájaros, cómo mece el viento las ramas de un árbol, o cómo bailan las llamas de esa fogata… También puedes centrar toda tu atención en algo que comes, en las sensaciones del aire en tu cara, en el calor de sol en tu cuerpo, o en tu respiración… O también puedes centrarte en la música que suena, en los gritos de los niños y niñas que te rodean, en el murmullo de la conversaciones que tienes alrededor o en el rugir del mar…
Da igual en qué te centres. Simplemente observa eso que has decidido atender con todos tus sentidos. Sin juzgarlo, sin darle prioridad a tu diálogo interno, sin expectativas… Simplemente observa.
Para facilitarte este ejercicio, te cuento aquí las siete claves fundamentales a tener en cuenta para practicar la atención consciente.
- No juzgues. Aprende a mirar la experiencia que vives sin ponerle etiquetas, sin interpretar si está bien o está mal.
- Ten paciencia. Lo importante no es el destino, sino el camino. Disfruta del viaje.
- Saca tu mente de principiante. Imagina que eso que ves, oyes o sientes, lo estás experimentando por primera vez, recuerda cómo era en tu infancia.
- Confía. Sobre todo, en ti. Da por buenas todas tus sensaciones y tus emociones. Aprende a escucharte.
- No fuerces. No te escapes a otro lugar en el que estás, no quieras sentir otra cosa diferente a la que sientes. Déjate llevar por la experiencia.
- Acepta. Mira y acepta las cosas tal como son ahora mismo. Sin luchar. Sin resignarte. Si exigirte.
- Y si llegan, que llegarán, deja ir todos los pensamientos y sentimientos que posiblemente te van a asaltar. Míralos, acéptalos, déjalos pasar, y sigue atendiendo ese presente que has decidido observar.
Serán sólo unos minutos de tu día, y seguro que te va a merecer la pena. Porque tu mente va a aprender algo a lo que no está acostumbrada, y eso te va a ayudar a concentrarte mejor, hacer menos suposiciones, estresarte menos por cosas que no van a suceder y a vivir con mucha más intensidad la vida.